domingo, 11 de abril de 2010

NO PUEDES VACIARTE DE TU PROPIA SANGRE

La familia es algo que no elegimos. Nos viene dado. Un buen día, naces y ahí la tienes. Por eso el vínculo de la sangre es tan fuerte. Quizá no haya ninguno tan fuerte. Están los de la amistad, los de la pareja, los del trabajo, pero todos estos son intercambiables y volubles, dependen de las circunstancias y de las preferencias, pero la familia no. Te puedes llevar de culo con tus padres, odiar a tu hermano, querer matar a tus tíos o amar profundamente a tu hermana; eso no quita lo que antes que nada ya habeis sido y sois: familia. Podemos pasarnos la vida intentando no ser como ellos, no importa, el daño ya está hecho. Para bien y para mal.
Durante mucho tiempo pensé que la familia solo existía para jodernos la existencia. Tras la muerte de mi padre –yo contaba entonces 11 años- lo que venía siendo una familia ideal pasó a convertirse en una familia disfuncional. Durante un tiempo los roles colapsaron y ninguno de nosotros sabíamos muy bien el papel que nos tocaba hacer. Mi hermano mayor nunca tuvo la intención ni el deseo de jugar el papel de padre y mi madre se hundió en una depresión que no le permitía accionar con coherencia. Se podía decir que hacíamos lo que nos venía en gana. A mí mis ganas me llevaron a enfrentarme continuamente con ellos y a sentir que todo lo que hacían lo hacían para hundirme. El resultado fue que en cuanto pude me fui de casa. Si no podía entenderme con ellos, lo haría con otros.
A partir de entonces empecé a pensar que la familia era un concepto abstracto. La familia no nos venía dada, sino que nosotros la íbamos construyendo –algo de razón no me faltaba-. Pero el hecho de no haber cerrado caminos y de tener la herida demasiado abierta me llevaba a proyectar en mis amigos o conocidos los complejos, esperanzas y temores que yo tenía en mi familia. Resultado: la mayoría de mis relaciones acababan decepcionándome.
Poco a poco fui perdonando. O más bien, aceptando. Y empecé a entender que la sangre en sí misma es un valor, y que como tal, hay que tenerlo en cuenta (más cuando en situaciones de apuro económico siempre aparecen a cubrirte el culo...)
Todavía tengo la sensación de que las cosas que hago las hago en referencia a lo que viví en mis primeros años vitales. No hay quien pueda vaciarse de su propia sangre.

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