domingo, 11 de abril de 2010

REPROCHES ENTRE HERMANOS I


(Punto de vista I)

No, no es verdad, nunca te preocupó nada de nosotros. Siempre has ido a la tuya. Nunca estuviste cuando se te necesitó. En todas las decisiones sobre el funeral de papá ni siquiera participaste. Y luego, con mamá en el hospital, lo más que hiciste fue llamar. Siempre has hecho tu vida sin pensar en los demás. Cuando mamá se quedó sola, aquí estuvimos nosotros para cuidar de ella. No, tú siempre has ido a la tuya. Hasta cuando éramos pequeños, nunca dejabas que me apoyara en ti, cualquier cosa que te preguntaba ya estabas poniéndome caras y diciéndome que por qué te preguntaba a ti, que te dejase en paz. Tú no tienes ni idea de lo que ha sido de nuestra vida mientras tú no estabas. Ni la has vivido ni quieres enterarte. Qué te importaba a ti, mientras tú no estuvieses... ¿Y sabes qué? ¿Sabes lo más jodido? Que a quien más le dolía todo esto era a mamá. Tú eras su favorito. Desde pequeño. Siempre con Oscar en la boca. Hicieras lo que hicieras estaba bien hecho. ¿Y Mónica y yo? Hasta cuando tú te fuiste pensaba ella que tenía la culpa. Se culpaba de que tú te hubieras ido. Porque creía que había hecho algo mal. Se preocupaba por ti. Y mientras, los que estábamos allí para soportar sus quejas éramos nosotros. No, esta familia no te debe nada. Siempre has pensado que eras mejor que nosotros, más libre, que éramos unos mediocres que habíamos elegido la vía más cómoda. Mirando por encima de los demás como si fueses alguien especial. Estoy harto. No te importa una mierda cómo estén los demás. Mamá te necesitaba. Pero no preguntaste, no te importó. Y a pesar de todo eso, siguió aceptándote sin decir nada. Pero daba igual. Cada vez que había un problema tú desaparecías. Y cuando te volvíamos a ver, nos reprochabas que te dijésemos cualquier cosa, decías que todos tenemos derecho a hacer lo que nos venía en gana, que cada uno elige. Bien, pues tú ya elegiste...
Te echaba de menos ¿sabes? Al principio, cada vez que me encontraba con un problema, intentaba pensar en qué hubieras hecho tú para solucionarlo. Creía que tú volverías para solucionarlo todo, que volveríamos a estar juntos. Hasta que dejé de pensarlo... Y sólo te odié. Te odié durante mucho tiempo ¿sabes, Oscar?. Ya no. Ahora sólo te he olvidado.

(Punto de vista II)

Para mí fue muy difícil. De alguna manera no soy muy consciente de esos años. Hacía las cosas... como por impulso, porque sentía la necesidad de hacerlas, sin pensarlas. También a mí me dolió. En esos momentos, todo el mundo me miraba, como si yo supiese lo que tenía que hacer. No entendían que yo estaba igual o peor que ellos. Y no podía hacer nada. Estaba paralizado. Después de la muerte de mi padre algo dejó de tener sentido. El motor natural de las cosas se había roto, había dejado de funcionar. Me gustaba la libertad que me daba el sentirme protegido, el no tener que preocuparme de nada. Pero todo eso se rompió. Y llegó el silencio, el miedo. El miedo se apoderó de nosotros, de cada uno de nosotros. Y mamá lloraba. Cada vez que hablaba con ella, sentía la súplica en sus ojos, buscando un resquicio en la realidad por donde pudiera fugarse. No, Mario, yo hice lo que tenía que hacer. Me daba miedo volver a casa para encontrarme naufrago, perdido en una isla donde nadie se preguntaba qué hacia allí. Tú y Mónica tampoco teníais respuestas, pero tú eras fuerte. Yo te miraba. Sabía que lo que tú necesitabas era sentirte aún más fuerte, siempre estabas midiéndote, en los juegos, en las conversaciones. Yo no quería luchar, no tenía ganas. Para mí fue la única salida posible. Más tarde comencé a sentirme culpable. Pero no había vuelta atrás. Cada vez que volvía a casa mamá siempre me estaba recordando lo buen hijo que era, todo lo orgullosa que se sentía de mí, pero nunca me dejaba contarle lo que hacía o en qué andaba, siempre volvía al pasado. Nunca hablaba de cuando yo me fui, ni dejaba que yo hablase de ello. Y si lo hacía, entraba en un llanto mudo y volvía a mirarme con esos ojos de súplica, llenos de recuerdos y de esperanza rota, y me agarraba de la cara y me besaba en los ojos y en los labios... Cuando murió papá, no sé por qué, yo, en cierta manera, morí con él. Tuve que salir de aquí para encontrarme...
Sé que no lo entiendes, ya me lo has dicho muchas veces. Y de todas maneras, da igual. Yo no te debo nada y tú a mí tampoco. Mientras mamá vivió, ella nos mantuvo unidos. Ahora es distinto. Yo te sigo queriendo, Mario. No importa lo que pienses, para mi seguís siendo la única familia que tengo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario